Tan solo podemos ver la parte superior de su cuerpo, la enmarcan toda una serie de edificios. La fotografía está tomada desde un punto de vista bajo, lo que nos permite vislumbrar algo de cielo. No nos mira a los ojos, su mirada es oblicua, nos pasa de largo, nos resulta curiosa. Ciertamente y como apunta el título más que una fotografía, parece un fotograma de una película antigua.
La imagen nos resulta familiar, puede recordarnos a una película del cine negro americano. Ella sin dudas es la protagonista de esa película, joven, linda, bien vestida, en una gran ciudad que seguramente le deparará muchas sorpresas. Cindy Sherman nos habla de una idea de mujer. Una idea, un estereotipo y una imagen que nos remite a las películas de Alfred Hitchcock, a una América de posguerra que ha configurado el imaginario colectivo durante décadas. Sherman representa la ficción de la ficción, aquella que tenía lugar en las películas, en una suerte de catálogo de conocidos roles femeninos.
Así como Cindy Sherman, el personaje de Carolina es resignificada por la percepción de Astor, en la 2a parte del proyecto. Una vez que el campo de visión de ese personaje es dado a través de memórias del cine de los 60, no solo la ciudad y la temática de la película es retratada (en el sentido de un segundo tratamiento sobre una misma matéria-prima) a través de la resignificación de esas películas. Terra em Transe de Glauber, Alphaville, de Godard, The Maltese Falcon, las películas de Hitchcock. Él es incapaz de mirar al personaje de Carolina como algo nuevo, como algo que hace parte de una generación diferente de la que él vivió. Es dejar de ser Carolina para dar espacio a Moreau, Bardot, Deneuve.
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